En el día de
ayer fui a dejar a mi hermano y a su novia al aeropuerto de Madrid Barajas, que
pese a tener trabajo los dos (ella bastante precario pese a tener unos estudios
y una preparación impresionante digna de envidia), viendo el panorama que se
venía encima y asqueados de la ruina, el mamoneo y la podredumbre dominante en esta España
que nos ha tocado padecer decidieron probar suerte lejos de nuestras fronteras
hace ya dos años.
Gracias a
Dios les fue y les va bien, nadie les regaló nada sinceramente, pero no es
menos cierto que en el camino se encontraron bellísimas personas que les
ayudaron como si de sus hijos se tratase, y eso en cierto modo es más que un
regalo.
Otros
españoles desgraciadamente, en peores situaciones personales, no pudieron decir
lo mismo, y tras probar suerte y no encontrarla decidieron volverse a la ruina
conocida con los ahorros fundidos y una mano delante y otra detrás.
Mientras les
despedía sentí de un lado una inmensa alegría y orgullo de que han peleado por
algo y están ganando la batalla, que están plantándole cara a la vida, que pese
a las adversidades han conseguido salir adelante en la vida los dos juntos, que
alguien de mi familia ha conseguido salir victorioso de semejante aventura como
es buscarse la vida fuera de tu país además de la tranquilidad de saber que
están bien y no les falta de nada. Es un alivio enorme y una satisfacción.
Y por otro
lado sentí doblemente lástima. Primero lástima evidentemente por tener que
alejarte de los seres queridos, más cuando existe una buena relación familiar y
sin saber cuándo va uno a volver a verles, y segundo sentí lástima de mi
mismo.
Allí me quedé,
detrás del cordón azul de AENA, como un pasmarote diciéndome a mi mismo: a
ellos les espera su casa, sus trabajos, sus proyectos, sus ilusiones, y a mi
¿qué me espera? Pues me espera volver a mi casa con mis padres porque no puedo ni siquiera plantearme irme a vivir de alquiler, me
espera otra vez la cola del paro, la cola para dejar un Cv en una ETT
y como mucho(y encima dando las gracias) algún trabajo basura de mozo de
almacén a través de la propia Empresa de Trabajo Temporal cobrando 800-900
euros al mes todo incluido sin derecho a absolutamente nada, a la espera que el
día menos pensado te digan por teléfono que no vuelvas, que tu tiempo allí ya
ha acabado. Es a lo más que puedo aspirar hoy día en esta España corrupta y saqueada a impuestos. Que ascazo.
Es todo tan
sórdido, lamentable y repugnante que dan ganas de agarran un lanzallamas o un
fusil de asalto y presentarse en un Ministerio o en la sede de los partidos y
sindicatos que han destrozado España y hacer una limpieza que haga historia. Es
para fusilarlos, empezando por los nacionalistas vascos y catalanes, seguidos
de los comunistas y socialistas y acabando por la alimaña de Montoro y el
cobarde de Mariano. No se libra ni uno solo.
Querría
añadir un par de cosas más sin ánimo de ser exhaustivo, y es que estos días de convivencia he podido
comprobar la diferencia de mentalidad en los dos años que llevan
fueraviviendo. Realmente apabullante. El respeto por la ley y las normas, la capacidad de crítica etc...
Me ha
sorprendido tambien la diferencia del nivel de vida. Yo aquí un miserable parado que
apenas tiene dinero para echarle gasolina al coche y ellos, pues se ve que les
va bien. Ojo no confundir con que sean ricos, como mucha gente se piensa. Ni
son ricos ni les sobra el dinero, pero no viven nada mal en absoluto y se nota. Te das cuenta que simplemente están a otro nivel, mientras tu sigues siendo el mismo mindundi, el mismo pelele que hacía 6-7-8 años que había trabajo se endeudaba de por vida para poder tener una vivienda y ahora que no hay trabajo no aspiras ni a poder alquilar una habitación destartalada para independizarte. Te das cuenta de la pestilencia de país en la que uno vive y sobre todo de la banda de especuladores y gente sin escrúpulos, sin moral y totalmente faltos de sensibilidad hacia el dolor ajeno que son los que realmente manejan el cotarro.
Te das
cuentas de las oportunidades que tienen allí, de cómo moviéndote hay trabajo,
mejor o peor pero lo hay. Que si quieres se sale adelante, que el trabajo y el esfuerzo se premia. Pero claro, allí gobierna otra gente, tienen otra mentalidad y no tienen una colección de empresarios sin escrúpulos dispuestos a pasar por encima de quien sea con tal de forrarse.
No me quiero
alargar más en este tema. Algún día hablaré de mi viaje a Austria y Alemania. Será otra entrada de este humilde blog.
Por cierto,
para terminar esta entrada no puedo evitar contar una cosa que he visto mientras aguardaba a que mi
hermano y su novia pasaran el control de acceso al aeropuerto. A veces uno se
sorprende, sobre todo cuando estas tan acostumbrado en el día a día a ver tanto
odio, tanta necedad, tanto SUBNORMAL y tanto hijo de puta redomado, al ver
gestos como el que voy a relatar, sinceramente uno piensa que no todo está
perdido.
El caso es el
siguiente: un señor y su mujer, de unos sesenta y pocos años calculo yo, que
deduzco habían ido a dejar a su hija, de unos 30 y pocos años, al aeropuerto,
ya no sé si a trabajar o a estudiar fuera, imagino que después de haber pasado
las fechas navideñas en el hogar. El señor mantenía la compostura del momento
mientras que su mujer se aferraba a un pañuelo para intentar disimular las
lágrimas y el disgusto que la invadía. En la última despedida me sorprendió
gratamente como el señor le da un beso a su hija y en un último gesto le hace
la señal de la cruz en la frente, boca y pecho, lo que viene siendo
santiguarse. Creo que la quiso decir algo así como “No te preocupes hija,
aunque no estemos contigo allí sabes que aquí tienes a tus padres para todo lo
que necesites y sobre todo a Dios, que nunca te abandona estés donde estés.
Cuenta con él”. Sinceramente me emocionó ver ese acto de manifestación de fe.
Aun queda
mucha buena gente en España, gente de bien, gente honesta. Hay veces, por
momentos u ocasiones, incluso solamente unos pocos segundos, que España parece que vuelve a ser
España, aunque la realidad te devuelve rápidamente sin tiempo de disfrute a la
escombrera nacional, como en el cuento de la pequeña vendedora de fósforos. Apenas unos segundos, lo que dura el fósforo encendido en mitad de la fría noche, pero oigan...benditos segundos de luz y calor.
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