jueves, 6 de febrero de 2014

Hubo un tiempo en el que la dignidad tenía un hueco en la sociedad

Una de mis grandes frustraciones es haber nacido en estos tiempos. Digamos que la época que me ha tocado vivir para mi es una tragedia personal, y algo imposible de cambiar pues aun no ha inventado la máquina del tiempo.
La hora de los enanos, de la decadencia, de los chorizos, de los mediocres y los cobardes, de los traidores, del materialismo y la inmoralidad.

Pese a rozar los treinta años no me siento en absoluto identificado para nada ni con estos tiempos, ni con esta España amoral ni con esta sociedad basurienta y materialista que te juzga por los euros que vale el móvil que llevas en el bolsillo. Donde sí me siento más cómodo es en ambientes rurales que nada tienen que ver con las grandes urbes, donde conoces la verdadera esencia de aquella “otra España”, más pobre, pero infinitamente más humana. ¡Cuánto hemos de aprender de nuestros mayores! Luego hablaré un poco de ella.
 
 
 
Tanto tienes tanto vales, es la máxima de muchísimas personas hoy en día. ¿Qué tienes un cochezuco? Eres un pobretón. ¿Qué tienes un Audi o un BMW? Eres un machote y un tío con clase, aunque no tengas ni para cenar un huevo frito con patatas. ¿Qué no tienes dinero para comprarte el último modelo de móvil? Dónde vas con eso si hasta a mi me da vergüenza ir a tu lado….
Hoy el éxito está ligado a tener mucho dinero, un cochazo, ir a buenos restaurantes, tener el último modelo de Iphone, tener una mujer impresionante (una cada mes). Presumir, aparentar. Es lo que se lleva. Aunque por dentro estemos vacíos, no hablo de conocimientos, sino de moral, pues conocí lumbreras en la Universidad que cuanto dejaban que desear como personas aunque académicamente eran auténticos genios.


 
El materialismo es hoy una religión sin discusión. Conozco varias personas que sin saber hacer la O con un canuto en tiempos de bonanza estaban siempre a la última en tecnología punta. No sabían (ni sabrán) hacer una tabla de Excel o instalar el programa más tonto en Windows, pero tenían un ordenador “acojonante”, el último GPS, el último modelo de Blu-ray. Siempre a la última.
Podríamos hablar de cómo una sociedad de infelices, muchos de ellos siendo triunfadores son profundamente infelices por el maldito ansia. y el Dios dinero.
Para muchos el éxito está ligado a ser un actor famoso y tener mucho dinero y salir en la tele y en las revistas, o el que juega al fútbol el éxito es llegar ser Cristiano Ronaldo, ser admirado por millones de personas, tener dinero a espuertas, varios coches de lujo, vivir en una mansión, etc…
 


 
Pero Cristianos Ronaldos solo hay uno. La felicidad no radica en tener muchísimo, sino en disfrutar de lo poco o mucho que uno tenga. No vamos a decir que no nos viniera mal un par de millonecejos, pero sinceramente, me gustaría ver si todo el mundo que se ha hecho millonario mediante la lotería por ejemplo es más feliz ahora o en mayor o menor medida añora su vida anterior. Creo que nos sorprenderíamos de los resultados. Lo digo desde la más absoluta sinceridad. O cuantos famosos que antes han sido absolutos desconocidos no se habrán arrepentido. Espero sinceramente no conocer nunca la fama.
Yo, que he jugado al fútbol toda mi vida y no he llegado a nada importante en este deporte y no por ello soy un infeliz, todo lo contrario. En el fútbol aprendí a ganar y a perder, a dar la mano cuando el que tienes enfrente es mejor que tú, saber y reconocer que no eres el mejor del mundo aunque a veces lo creas,  aunque puedas destacar un poco sobre el resto, saber cuando tienes tu momento de gloria y cuando has de respetar al compañero cuando él tenga el suyo.
 
 
Yo soy feliz y me siento muy orgulloso de haber jugado en una liga local madrileña, de haber conseguido numerosos éxitos en el humilde club que jugué toda mi vida, de haber podido jugar junto a gente de muchísimo nivel, de haber hecho amigos, de haberme dado cuenta de lo bajo que puede llegar a caer una persona, de haber hecho deporte, de haber disfrutado practicando el futbol que es el deporte que me apasiona de una manera que no soy capaz de describir con palabras. Cuando dejé ese fútbol más “oficial” hicimos un equipo los amigos, y con sus idas y venidas, también conseguimos éxitos, llegando a la máxima categoría posible y donde yo participé activamente en todos las temporadas y donde disfruté de una manera que no había disfrutado antes jugando al fútbol. Fui tremendamente feliz yendo a jugar los domingos por la tarde al fútbol, lloviera o hiciera 30 grados.
Con este rollo quiero decir que yo nunca llegué a cobrar un duro del fútbol, no llegue a jugar en el Real Madrid, pero fui y soy feliz de lo que he hecho y he conseguido y me siento muy orgulloso y realizado. Es un ejemplo de que la felicidad no es cara. No hace falta irse a los montes de EEUU a cazar osos ni de compras a Nueva York o tener un yate exclusivo. La felicidad está muchísimo más cerca.
 
 
Ahora no juego al fútbol (no tengo con quien) pero disfruto de otras maneras. Por ejemplo en verano salgo mucho con la bici y me encanta. Me encanta descubrir nuevas rutas, nuevos caminos, poner el GPS del móvil y cuando llego a casa ver todos los parámetros y las rutas, sacar fotos de los sitios donde voy, pasarlas al ordenador, ordenarlas. Y el precio es lo que vale medio litro de agua y cuatro cubitos de hielo que es lo que llevo en la botella de la bici.
 
 
También soy feliz yendo a buscar a mi novia al trabajo los viernes por la tarde que es cuando la veo después de una larga semana, dando un paseo por Madrid o entrando a una tienda de segunda mano a ver discos o películas descatalogadas. Cada uno tiene sus aficiones.
 
La felicidad no es cara, es saber encontrarla y disfrutarla, saber cuál es tu lugar en la vida, a donde perteneces y no ponerse objetivos desmesurados, ser realistas.  Y disfrutar con lo que uno tiene.
 
 
 
Hoy día el consumismo nos mete todo por los ojos, y continuamente te dicen hay que tener el mejor móvil que vale 600 euros, la colonia de Dolce Gabbana del momento aunque valga 80 euros, salir al garito de moda aunque dentro las copas valgan 15 euros y no se pueda respirar del sobre aforo que hay.
Aun recuerdo cuando fui con mi hermano a un concesionario Seat a comprarse un coche. Preguntando al vendedor sacamos la conclusión de que para ellos todo aquello que bajara de 150 CV no valía ni para ir a comprar el pan a la vuelta de la esquina. Por supuesto mi hermano le mandó cerca y se compro un coche normal, no una bala con más potencia que un avión de caza y combate. Pero es lo que te venden. Chaval, por este poco más (seis mil euros más, ocho mil…) tienes el doble de caballos y te “regalamos” el equipamiento deportivo. ¿Diesel? ¿Qué dices? Si ya la gasolina casi está al mismo precio que el diesel y te digo yo que se nota, que en carretera le pisas y se nota….Da igual si luego te pules 150 euros más en combustible y estas afixiado, el sistema ha funcionado y te ha vendido un coche desproporcionado a tus necesidades y por supuesto mucho más caro, que es el fin de todo, sacarte tu dinero. Y si no te lo sacan mediante el consumismo viene un tiparraco como Cristóbal Montoro y te lo saca en impuestos. Cada día odio más a este tipo por Dios.
 
 
 
La avaricia lleva a que siempre uno quiere más. Si ganas tres mil euros al mes y te puedes permitir un coche de 30 mil querrás un coche de cien mil euros, y el que tenga el de cien mil querrá el de trescientos mil.
Así se explica que exista una sociedad profundamente infeliz atiborrada a pastillas y medicamentos, donde mucha gente tiene profundos problemas psicológicos aunque no se exterioricen, donde en plena crisis las farmacéuticas, auténticas mafias y alimañas dirigidas por gente muy poderosas en la sombra, han aumentado sus plantillas para hacer antidepresivos por ejemplo.
 
 
 
Otra característica que me sorprende de la sociedad española de hoy es que hoy la gente ya no cree en el amor sincero y verdadero, sino en su propio beneficio y disfrute.
La conquista romántica se ha perdido. La otra persona no es el fin, es el camino para lograr otro fin que es la felicidad personal. El medio usado. Algo material. La piedra en la que te apoyas para saltar el muro.
Hoy la gente por pasar un buen rato es capaz de destrozar una relación consolidada o de destrozar una familia, todo ello sin el menor  remordimiento de conciencia, que es lo más grave.
En mi familia supimos lo que es conocer a una persona así, que igual que llevaba cinco años engañando a un familiar con la misma cara se sentaba a cenar en Nochebuena con toda la familia y poniendo la gorra cuando el abuelo repartía el dinero. Reconozco que hay que valer para hacer eso.
 
Un amigo mío me comentaba con tristeza como un compañero del trabajo se vanagloriaba delante de sus compañeros de llevar varios años engañando a su mujer. De cómo otro que tras separarse en la primera semana de divorciado se acostó con una casada, una soltera y una viuda y lo aireaba como una proeza.
¿Dónde ha quedado el amor verdadero? ¿La conquista romántica? ¿Los detalles con la otra persona? ¿El saber aceptar los defectos del otro? ¿El respeto? ¿O simplemente la dignidad? Todo ello ha sido sustituido por el Badoo, el facebook y el tuenti y demás redes sociales, donde desde el anonimato se tira la caña de pescar a ver que cae.
 
 
Hoy día el gentelman, el hombrés cortés es sin duda motivo de mofa o burla.
En una boda de unos amigos que se casaron por la Iglesia me gustaron mucho las palabras del Sacerdote, un chico por cierto muy joven. Venía a decir con muchas mejores palabras que las mías que aunque con el tiempo de la impresión que desaparece el amor por la rutina o el día a día, sí que sigue existiendo el amor. La rutina provoca lo que puede parecer un desenamoramiento, que parece que  te has cansado de la otra persona, pero eso NO significa que no haya amor, aunque el amor tenga otra forma lógicamente.
 
 
Esto muchas parejas no lo entienden, y creen que han dejado de estar enamorados y que su relación se ha terminado, que ya no quieren a la otra persona, y entonces buscando su propia felicidad en un acto ruin y miserable empiezan a desengañarse a sí mismos, a contarse mentiras a sí mismos para justificarse, y así sentirse menos (o nada) culpables cuando empiezan a tirar la caña a la compañera del trabajo, a la cajera del supermercado o al conductor del autobús que ven cada mañana. Lo que viene siendo tantear el mercado a ver donde me encuentro. Buscan alternativas pero tienen un plan B, que es la otra persona, no vaya a ser que me quede solo y eso es lo último. Nadar y guardar la ropa se dice.
(Por Dios no confundir con que dos personas dejen una relación de mutuo acuerdo porque simplemente se ha terminado esa relación. Creo que dejo bien claro que son cosas muy diferentes).
De ahí se explica cómo hoy las parejas se hacen y deshacen a la velocidad de la luz sin que nada importe. Hoy Manuel y al otro Antonio, hoy Sara y pasado Lucía.  
Algunas parejas que no deberían pasar de tres tardes juntos llegan a más, y sin cabeza ni conocimiento se encuentran con la chica embarazada, y entonces llega el aborto como solución, llegan las broncas, el yo puse más que tú y ahora me lo quieres quitar, etc…. Otros en 2 meses ya se meten juntos en un piso con hipoteca sin que ni siquiera se conozcan realmente y sin haber convivido juntos. Y efectivamente….luego vienen como digo las discusiones, lo que cada uno puso, esto era mío y te lo quedaste. Si ya es difícil convivir con otra persona después de años de conocerse, lo otro es una moneda al aire sinceramente.
Luego llega el chiquillo o la chiquilla que va mal en el colegio porque nadie se ocupa de la criatura, al padre le ve los fines de semana y la madre por la noche un rato cuando vuelve de trabajar, el niño se pasa el día con la abuela, cuando crece se empieza a juntar con quien no debe…Por desgracia es lo que se está implantando, la gente divorciada con hijos, un hijo con este y otro con el otro, me junto, me separo y me vuelvo a juntar y entre medias llega otro niño.
Es lo que vengo denunciando incansablemente: la ruptura de la familia como base de una sociedad.
Si se rompe la familia se rompe la sociedad. No hay más. Y a buen seguro de estos polvos vendrán horribles lodos. En muchas cosas puedo estar equivocado, pero de esto no me cabe la menor duda.
 


Esta postura hoy es tachada de carca, antigua (en el especto despectivo de la palabra), o incluso fascista o totalitario.
 
Buen ejemplo de la destrucción y la perversión de la sociedad son un sector homosexual, los indecentes que por desgracia son muchos, pues hay gente de condición homosexual muy respetables. Telecinco es buena prueba de la mala leche y la depravación del llamado lobby gay. y de como las gastan
Muchos gays pretenden a golpe de varazo ser padres (haciendo gala del respeto que ellos exigen para sí mismos), algo que la naturaleza les ha negado.
Pues entonces la adopción, dicen. Pero en el fondo me atrevería a afirmar que en la inmensa mayoría de ellos no buscan sacar a un chiquillo de la miseria, darle una vida y un futuro mejor o crear una familia estable, aunque sea una aberración que no sea la formada por un hombre y una mujer. No, ellos buscan SU propia felicidad, no la del niño o la niña. Buscan su felicidad igual que el que se compra el perro que está de moda. El chiquillo, al igual que la pareja de la que antes hablaba, no es el fin, es el medio para conseguir otro fin. La propia felicidad, lo que deja a entrever el egoísmo desproporcionado que domina la sociedad.
 
 
 
Otra cosa que me impresiona es como en los tiempos de hoy despreciamos todo lo anterior tachándolo de carca. Incluso con mofas a la España rural de nuestros abuelos donde se trabajaba con los asnos de sol a sol hasta tener heridas en las manos. Que humildes somos que nos creemos mejor que nuestros antepasados, cuando precisamente cuanto tenemos que callar y de que avergonzarnos. Mi abuelo hasta después de que le picara un alacrán allí seguía segando en la era a pleno sol. Pero eso ya no cuenta, ahora somos hiper mega guays.
 


 
Nos creemos mejores por tener cosas que hace unos años eran impensables. Dice un dicho: “Era tan pobre que sólo tenía dinero”. Hoy ni eso tenemos, ya que somos más pobres que nunca, en lo material y de espíritu. Se niegan derechos elementales como la asistencia sanitaria (en Cataluña lo sufrí personalmente), una vivienda digna o un trabajo digno, pero a cambio podemos mandar wassaps, recibir y mandar emails desde el móvil y consultar las últimas noticias del régimen democrático desde cualquier sitio. Woo, que modernidad. Qué manera de subir y subir y subir, pero como un globo, a costa de no tener nada dentro, ni en la cabeza ni en el corazón.
 
 
Una de las cosas que más satisfacción me causan es cuando voy a mi pueblo, en Toledo, y ver como la gente que aún queda viviendo allí  se ayudan de una forma totalmente desinteresada. El  ver como al que le salen veinte tomates regala diez sin importarle nada, ver como gente a la que ves dos o tres veces al año cuando llegas les falta tiempo para cargarte el coche de huevos, de pepinos, de patatas, de tomates y todo cuanto tienen.
 
 
Es sorprendente como hoy vivimos rodeamos de miles de personas de las que no conocemos absolutamente nada. Ya no hablo del que te encuentras en el autobús a 30 kilómetros de tu casa, sino de tu propio vecino, el que vive al lado de tu casa y no sabes nada de él, salvo las voces y discusiones que tienen en su casa. Vivimos más rodeados de gente que nunca y sin embargo estamos más aislados de los demás que nunca. Qué paradoja.
 
 
Es la España de antes, que le vamos a hacer. Añorada España. La gente se ayudaba, si alguien venía de fuera se le acogía en su casa y se le daba de comer, o el que iba haciendo autostop se le recogía sin temor a que fuera un loco psicópata-asesino.
Voy a contar una anécdota: una día que vinieron los padres de mi novia a mi casa, tomando un aperitivo en el salón antes de comer con las típicas conversaciones “de todo un poco” (los hombres por un lado, las mujeres por otro, ya se sabe) comentaba mi suegro, gran aficionado al ferrocarril, a mi padre, que escuchaba atentamente, contaba como antes se clasificaban los coches y vagones en las estaciones, que era mediante un cartelillo en el costado: este para Burgos, este para Valencia, este a Alicante. A lo cual mi padre, totalmente desconocedor del tema le preguntó que qué pasaba si alguien por hacer la gracieta cambiaba los carteles y mandaba a Granada el que iba a Bilbao. La respuesta de mi suegro fue, aparte que la gracia surgía efecto, que antes no pasaban esas cosas, sencillamente nadie se dedicaba a hacer esas gamberradas que hoy nos parecería algo tan normal a la mínima que te des la vuelta.
 
 
 
Me aterra sinceramente ver como la sociedad camina imparable, si es que no lo somos ya, hacia una masa de borregos sin valores y sin moral mirándose al ombligo creyéndonos que somos los mejores seres humanos que ha conocido la humanidad en su larga historia .En absoluto digo que ser ateo sea ser un borrego, de hecho cuantos sinvergüenzas habrá metidos en la Iglesia, pero sí creo y defiendo que del ateísmo predominante viene la decadencia, la falta de moral, el saqueo de fondos públicos, la explotación del trabajador sin disimulo, la falta de todo.
Cuando se sustituye a Dios y a la religión se buscan otros dioses y otras religiones, en España es un claro ejemplo de ello los nacionalismos. Son la nueva religión de los miserables y pobres de espíritu que necesitan creer en algo porque o bien les han llenado la cabeza de pajaritos o directamente les han vaciado el cerebro metiéndoles una cinta grabada en un estudio que se repite una, otra y otra vez. España nos roba España nos roba España nos roba. Gora ETA.
Cuando no se cree en Dios no es que no se crea ya en nada, es que se cree en cualquier cosa. Y a ello vamos. A que no hoy ya no se cree en nada. Hasta la mera existencia de la nación española está en entredicho. A nuestros mayores se los ve como un estorbo, una carga que genera unos gastos al estado que se podrían ahorrar. Así era en nazismo.
 


 
Las sectas harán su agosto y los nuevos Dioses serán los futbolistas, los cantantes, los actores, los nacionalismos, el simbolito de la manzanita o los aros olímpicos….Se sustituye al Dios Divino, único y verdadero, por el Dios de carne y hueso material. Y ese Dios se equivocará, hará cosas malas, feas, inmorales, y el ganado ovino lo tomará como modelo de conducta y por supuesto lo imitará.
Lo que viene es una masa de gente consumista que está condenada a ser eternamente infeliz, que lo que les espera (a mi también por desgracia) es la explotación, trabajar como una máquina a cambio de un salario mísero que la mitad se la llevará el estado para seguir manteniendo a vagos, sindicalistas y sinvergüenzas  y la otra mitad el banco en forma de comisiones, hipoteca, alquiler, coche etc… quedándote tú con una minúscula parte para poder gastártelo en lo que la publicidad mande.
 
 
Pero dará igual. Seremos aparentemente felices con nuestro nuevo móvil y nuestra última adquisición tecnológica, aunque como digo, solo aparentemente, pues el que tiene una vida vacía ni 5000 móviles pueden llenarla.
Son vidas vacías, como las de los jóvenes de los años 80-90 con la ruta del bakalao, donde los días que había entre el domingo y el jueves- viernes noche (según cuando empezara la fiesta) eran meros trámites, unos días apestosos que había que vivir porque no quedaba otro remedio. Decía una canción famosa de aquella época: “Son de lunes hasta el jueves los días que más apestan”. Vidas vacías.

 
Cuanta gente de aquella época se quedaría medio tonta con las drogas y cuanta gente se mataría en el coche. Algunos, los miserables de siempre, dirán que la culpa fue de Franco, que por su culpa, por su dictadura no se podía hacer nada y claro…los chicos solo querían divertirse después de haber estado oprimidos por una horrible dictadura fascista. Nunca falta una excusa para atacar a Franco. Los que de verdad son sinceros y hablan con conocimiento dicen que antes se podía hacer de todo, y es hoy cuando todo está prohibido. Claro antes se podía hacer de todo pero es que la gente se divertía de otra manera. Hoy la diversión consiste en ponerse ciego de alcohol y drogas, hacer putadas a la gente como romper los retrovisores de toda una fila de coches, pinturrejear las paredes con los sprays, tirar del aparato de alarma de un tren, romper o quemar papeleras, etc…

 
Hoy los jóvenes se drogan más que antes, aunque de una manera diferente. Hasta para eso somos más cool.
Es sorprendente la comparación: cuando yo salía de copas y discotecas hace 10 años y ahora, en tan poco tiempo, como ha podido cambiar tanto las maneras de divertirse de los jóvenes.

 
Antes salíamos a la discoteca por la música (nos gustaba realmente, era un motivo si), por las chicas, por los amigos que solían ser nuestros compañeros de clase, y nuestros padres nos daban mil pesetas las cuales invertías 800 pesetas en la discoteca donde te daban una copa (la única que te bebías), 100 pesetas para el autobús o el tren y 100 pesetas para comprarte un perrito caliente a la vuelta.
Hoy además que con 6 euros no da ni para una bolsa de pipas y 10 euros no es moco de pavo porque muchos padres no les pueden dar 10 euros a sus hijos para salir, los jóvenes prefieren quedarse en un parque pasando frío con una litrona de cerveza y un par de porros poniendo el rap de los huevos en el móvil a todo volumen. Ese es hoy el concepto de diversión. O aún peor: ir a casa del que ese fin de semana está solo para montarla, emborracharse y consumir todo tipo de drogas hasta el día siguiente, ponerse ciegos y joder al vecino que no puede descansar. Estos son los niñatos de mierda que van con la gorra, el chándal, los calcetines por fuera y la música en el móvil a todo volumen molestando a quien se cruza con ellos. Como diría mi abuelo, una guerra y hambre de 6 días les hacía falta para quitarles las estupidez de golpe.

 
No han pasado 40 años, han pasado 8-10 años. Es realmente aterrador.

 
 
Hay mucha gente en la sociedad que está profundamente dormida. Sencillamente creo que el que a estas alturas de la película no se ha despertado o no se ha enterado de quien es el malo o simplemente de que va la película, ese ya no tiene remedio. Dejadle dormir.
Esto no hay quien lo pare porque los que manejan el cotarro saben muy bien con que caramelo tienen que engatusar a la gente. Hay gente pasando HAMBRE, despotricando de todo y que sin embargo, en cuanto encuentren un trabajo por un sueldo mísero y vendan la moto que la recuperación ha llegado, esos mismos borregos volverán a comprarse el Seat León FR 180 Cv endeudándose 14 años para pagar el coche, a irse cada verano al Caribe pidiendo créditos, a un crucero, a la Riviera Maya, o a benidorm, que a lo mejor para algunos hoy día es un destino de lujo (ya solo por llo que vale la gasolina). Todo ello ganando 800 euros al mes.
 
Y sobre todo España, con enorme tristeza lo escribo, es hoy un país que carece de dignidad social porque NO HAY TRABAJO. Lo ha dicho el Papa Francisco recientemente: “Donde no hay trabajo no hay dignidad”. Qué gran verdad.

 
La falta de fe y de principios corroe la dignidad humana, y por ello pasan cosas como que multinacionales que ganan miles de millones como Inditex o Coca Cola se permitan el lujo de despedir a gente a mansalva, a personas que sienten y padecen, condenándoles, sentenciándoles a la miseria y a la pobreza, a perder sus casas, a no poder ofrecer una oportunidad a sus hijos, a no poder prosperar en la vida.
Con esa falta de fe se explica que haya seres tan rastreros e inmundos que sean capaces de despedir a un trabajador porque a faltado un día por estar enfermo, o porque tiene cáncer, o a una chica por quedarse embarazada, o consienten ver a una persona con el hombro fuera que sigue trabajando porque no quiere irse a casa por temor al despido. A esto hemos llegado.
Es la sociedad en la que vivimos, la que nos ha tocado, y todo me hace pensar que el mundo va a peor.
No me quiero imaginar cómo será España dentro de 30,40 o 50 años. España, país que antaño fue la reserva espiritual y moral de occidente es hoy la cloaca y el basurero de occidente, el lugar donde más abortos se practican, donde mas parados hay, donde más droga se consume, donde más se gasta en prostitución, donde peores resultados académicos hay, donde más delincuencia hay, donde los políticos más roban, y suma y sigue….

 
Una España repugnante y apestosa donde el asesinar a un niño no nacido se considera un derecho básico de la mujer, o donde el separatismo que quiere reventar la igualdad de los españoles y la unidad de la nación se considera una opción política tan legítima como cualquier otra. Es aberrante, más propio de una pesadilla.
Para terminar tan solo quiero añadir una cosa más.
Hace unos días acudí al hospital a ver al abuelo de mi novia, de 91 años, una persona muy enferma con un deterioro físico muy importante pero gracias a Dios con la cabeza aún en buen lugar dentro de lo que cabe esperar. Hablando con él, pues por motivos que no vienen al caso era la primera vez que le veía, y recordando cuando hizo él el servicio militar, yo le comenté que soy nieto de un maestro nacional, de aquellos que se decía de ellos…”pasas más hambre que un maestro de escuela”. Y entonces me contestó con una frase que realmente me impresionó y que es con la que voy a terminar esta entrada. Me contestó, en respuesta a mi frase:
 
“Es que hubo un tiempo en España en el que la dignidad tenía un hueco en la sociedad”
 
No tengo nada más que decir.
 

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