jueves, 22 de enero de 2015

La vida en el paro y el hundimiento personal


Cuando uno se queda en el paro, o como es mi caso y el de muchos jóvenes ni nos dejan llegar a empezar a trabajar se desencadena un proceso más o menos común a todos. Como cuando un psicólogo habla de la muerte de un familiar: duelo, negación, dolor, asimilación, nostalgia, recuerdo etc….

 
Voy a contar mi caso como retrato de este proceso pues seguramente muchas personas se identifiquen plenamente con ello.




 
Sin ánimo de contar mi vida trabajé en diferentes empresas mientras estudiaba para ganarme los cuatro duros que me servían para mis gastos particulares que era pagar la gasolina que gastaba, divertirme y la factura del móvil.
Del lugar donde trabajaba en cuanto sonó la crisis me echaron porque había que recortar un sueldo en el departamento al que yo pertenecía y el menos útil, pese a que ganaba menos de 500 euros a media jornada, era yo, además del último en llegar. No te preocupas demasiado, ya encontraré algo, te dices. Lo dices porque nunca te ha faltado trabajo, como si ahora te resfrías evidentemente no piensas que te vayas a morir de un constipado. Has tenido muchos resfriados y hasta gripe y no te has muerto ¿no?
 
 
 

Como vi que con lo que tenía a nivel de estudios y de experiencia difícilmente podía ganarme la vida (un módulo de grado superior que no me gustaba nada y media carrera de ingeniería que abandoné porque pudo conmigo) decidí apostar por otro módulo de grado superior que siempre había querido estudiar y que posteriormente ha sido mi ruina: la construcción. Claro, quien de nosotros, pobres infelices, íbamos a saber en el año 2007 lo que estaba por venir, cuando hasta entonces era una profesión con muchísimo trabajo.
 
 
 

Ya en el 2009 me di cuenta que algo malo se nos venía encima, pero ni por asomo podía imaginar hasta que punto. Fue el primer verano desde los 18 años en que no encontré nada de trabajo, no me llamaron de ningún sitio. Como siempre he estado estudiando he trabajado todos los veranos en mejores o peores empresas, y jamás me ha faltado un sitio para una sustitución. Mejor o peor pagado, pero siempre he tenido algo. Primera toma de contacto con la crisis.

Pues ese verano del año 2009 no conseguí trabajo de nada. Digamos que esta podría ser la fase en la que te das cuenta del problema, no de su magnitud en absoluto, pero te das cuenta que las cosas están…no demasiado bien. Pero piensas que con tesón, trabajo y buen saber saldrás adelante, como ha sido siempre. Estás animado, eres optimista. Te coges el coche y te pateas 30 polígonos industriales echando cv en todas las garitas y aunque el 70% de las empresas o han cerrado o no te lo cogen no te desanimas. Aun crees en “el no ya lo tengo” y esas cosas que te dicen los que no han pasado por el calvario, de hecho tú mismo te lo dices. “Por ir a preguntar no se pierde nada”, te repiten.
 
 
 

En septiembre reanudé el ciclo formativo para terminar el segundo año que me quedaba y le terminé en marzo, momento en el que pasas a hacer prácticas en empresas como última parte del ciclo para obtener el título oficial. Después de haber conseguido aprobar con muchísimo trabajo vas con toda la ilusión a la empresa a demostrar lo que vales, lo que sabes, y de intentar quedarte trabajando allí.

Hice unas prácticas vergonzosas donde me despreciaron, humillaron y ningunearon…en fin no quiero seguir por ahí pues no es el tema. Solo decir que el primer día cuando llegué junto a otro compañero y amigo no tenían ni sitio para sentarnos, ni trabajo que darnos, ni tiempo que dedicarnos y casi ni nos esperaban pues nos recibieron como si fuésemos gente extraña que vas a una empresa de ingeniería a entregar un Cv de repartidor de pizzas. En otras palabras: sobrábamos. ¿Entonces para qué cojones pides gente de prácticas? Pues para aprovecharse fiscalmente de las ventajas que da el Estado y sacar el trabajo gratis a costa de los becarios (nosotros no éramos ni becarios) y ni tan siquiera, pues ni siquiera tenían trabajo para todos los que estábamos allí. Así funciona España. Al segundo día nos llamó el jefe a su despacho para decirnos en palabras textuales “da igual lo que hagáis, lo que trabajéis o lo buenos que seáis que aquí no os vais a quedar”. Después de oír eso ¿con qué ganas vas cada mañana a trabajar? Fueron tres meses perdidos, tirados a la basura donde no aprendí nada y donde lo único que hice fue comerme unos atascos mañaneros descomunales y gastar embrague y gasolina. Tres meses donde me tiré ocho horas cada día sentado frente a un ordenador común de todos los que allí trabajaban que apenas podía usar. En este momento me di cuenta que trabajar de delineante- sector de la construcción iba a ser misión imposible y empiezas a preocuparte, a darte cuenta que no solo vas a tener que dar lo mejor de ti sino que como decían en la guerra de las galaxias: que la fuerza te acompañe.
 
 
 

Tras acabar las prácticas allá por junio del año 2010 me esperaron seis meses parado. Seis meses muy jodidos donde empiezas a reflexionar seriamente que está pasando en tu vida y qué puedes hacer para salir de donde estas metido.

Pese a que en este momento podríamos decir que cambias de fase y te empiezas a dar cuenta de lo que está pasando, de la magnitud de la crisis, te das cuenta que no es que a ti no te vaya a pillar, es que ya te ha pillado. Pero ahí estaba aun en la fase en la que todavía era muy optimista respecto a mi futuro. Crees que la situación económica mejorará en breve, que tú eres un tío currante y válido y que en cuanto tengas suerte y te llamen de algún sitio vas a tener trabajo, vas a dar lo mejor de ti mismo y vas a convencer y a salir adelante. De hecho incluso aun albergaba alguna esperanza de encontrar trabajo en el sector de la construcción. Ignorante de mi.
 
 
 

A los seis meses, en el mes de noviembre del año 2010 me llaman de una multinacional española gigantesca,donde me contratan de operario de fábrica durante tres meses. A los tres meses de comportamiento ejemplar me renovaron otros tres, y ya en abril con la excusa de que todo estaba muy mal me echaron, a mí y a otros 200. Al día siguiente entraron otros 200 y pico. Así las gastan las grandes empresas.

Pues bien, durante esos seis meses de trabajo, muy duro trabajo, donde no un día ni dos ni tres trabajé diez horas diarias andando sin parar durante todo ese tiempo hasta 20 km diarios para ganar más dinero de las horas extras, sabiendo, siendo consciente de que ese dinero extra podía ser mi tabla de salvación por cuanto podía apretar la crisis, donde en seis meses no falté ni un solo día, fui todos los días extras que pidieron,pues casualmente las horas estaban bien pagadas, al llegar a casa molido me dediqué con todas mis fuerzas a echar Cv por todas partes.
Como se suele decir, eché el resto, puse toda la carne en el asador. Si veía una obra por la calle con el cartel de la empresa que hacía la obra lo buscaba en internet y mandaba el cv a la empresa. En la bolsa de empleo del instituto donde estudié, que llevan sin publicar una oferta de empleo casi desde que terminó la guerra de la independencia cuando antes cada semana publicaban dos o tres, me dediqué a mirar TODAS las empresas que antaño habían pedido gente, a buscarlas en internet y mandarles mi cv directamente con un texto personalizado. Estaba seguro, convencido que alguna me contestaría, que conseguiría una entrevista, que el tesón y el trabajo que estaba invirtiendo acabaría teniendo premio. Me decía a mi mismo: “pero hombre, en estos seis meses que vas a estar trabajando mal se tendrá que dar para que no encuentre otra cosa”. Pobrecillo de mi, otra vez.
 
 
 


Durante esos seis meses claro que hubo alguna empresa que me contestó, para decirme que cerraban o que estaban en un ERE. La inmensa mayoría no me contestaron. Muchas estaban en concurso de acreedores. Tan sólo en esos seis meses conseguí ir a una entrevista de un individuo que me ofreció trabajo durante seis meses a cambio de 400 euros y luego supuestamente ya me contrataba por mil euros. Tengo claro que ese tío a los seis meses me había echado a la puta calle para coger a otro por 400 euros al día siguiente. En aquel momento, cuando tenía cinco años menos que ahora y estaba trabajando le dije que no, totalmente convencido. Si es ahora me lo pensaría muy seriamente. Una muestra de cómo la miseria y la desesperación hace cambiar a las personas y del nivel de pobreza al que hemos llegado. Cuando tus esperanzas de progreso en la vida han sido aniquiladas sin piedad alguna es de imperiosa necesidad replantearte tu vida y la sombra de largarte de tu nación se hace cada vez más grande.
 
 
 

 
En este momento vuelves a cambiar de fase. Empiezas a darte cuenta de tu situación personal real y de la situación global, que la cosa es mucho peor de lo que tú pensabas, que el problema no se va a arreglar en un año ni en dos ni en tres, que si los demás no son ni más listos ni más tontos que tú y están en tu situación o incluso peor, te preguntas, si como dice la canción de Pink Floyd eres otro ladrillo más en la pared por qué vas a ser mejor o más listos que ellos, por qué habrías de encontrar un trabajo donde el resto no encuentran nada. Yo nunca me he creído más listo ni más tonto que el resto. Empiezas a resignarte, a maldecir, a desesperarte. Te rebelas, te indignas.
 
 
 

Dice un dicho que el hambre te hace plantearte cosas que ni te imaginas de ti mismo. Pues parafraseando este dicho, la crisis, el paro y la desesperación te hacen plantearte cosas de ti mismo que ni te las imaginabas antes.
Quiero aclarar una cosa: lo normal es lo de antes, no lo de ahora. Porque hay gente que dice que lo de antes no era normal, y cuando digo “lo de antes” me refiero a poder opositar, a tener un trabajo, no a tener a tus pies 5 trabajos y que un pelele de 21 años llevase un Audi de 35.000 euros. Eso no, lo otro si.

 

Pues bien, en abril terminé de trabajar en esta empresa ( me echaron) y entonces es cuando me di cuenta de lo mal que estaban las cosas, del laberinto en el que estaba metido, pues no volví a encontrar nada, pero lo peor estaba aún por llegar con creces.
España es así, cuando crees que ya estas hundido en lo más profundo de tu miseria te das cuenta que no vas ni por la mitad. Si en aquel momento hubiera sabido lo que voy a contar a continuación…sinceramente no se qué habría hecho con mi santa vida.
 
 
 

 
En Julio del año 2011 asediado por el paro, asfixiado económicamente sin apenas tener ni 30 euros para invitar a una pizza a mi novia que por aquel entonces acabamos como quien dice de conocernos y siendo realista que de delineante no iba a encontrar trabajo ni en 15 años en España me planteo otras soluciones y me presenté a un examen-oposición para hacer un curso de una profesión que no voy a contar aquí, pero una profesión fabulosa, bonita, bien pagada….Era mi tabla de salvación y si conseguía la plaza para ese curso el cielo se abría ante mi. El examen era solo para hacer una selección para acceder al curso, pagando un montón de dinero, por supuesto, como si fuera un máster. Me tiré desde que supe que salía el examen estudiando hasta la fecha como un loco, sin ni tan siquiera ver a mi novia. Sabía que sacar plaza era posible, que iba a pelearlo porque era posible y porque el futuro de esa profesión merecía la pena para mi y para mi futura familia. Aun recuerdo aquella conversación con mi padre cuando le comenté el plan y el precio del curso. "No te preocupes hijo-me dijo- tú céntrate en intentar sacar la plaza que ya conseguiremos el dinero de donde sea". Recuerdo aquellas palabras como un empujón descomunal que me hizo tener fe ciega en la victoria.
 
 
 

Pues sí, lo conseguí. Por una vez no estaba en la cola de los perdedores, de los fracasados, de los que buscan trabajo. Por una vez me tocó jugar la Champions League. El trabajo y la fe ciega en la victoria habían tenido su premio. Y así en septiembre,gracias a la ayuda tremenda de mis padres a nivel económico pude permitirme hacer el curso e irme un año a vivir a Barcelona, que es donde saqué la plaza.

En aquel momento pensé, estaba seguro, totalmente convencido que lo peor ya había pasado. Que todos aquellos trabajos basurientos, explotadores de cogecajas, de mandado, de sueldos míseros rodeado de apestosos y de inmigrantes de la peor calaña, auténtica gentuza delincuente, ya habían acabado. Iba a tener una profesión cojonuda y además merecidamente. El futuro era prometedor y mientras el resto se hundían yo sacaba la cabeza. Fase optimista. Te sale algo bien y crees que ya has pasado página, pero no amigo.
 
 
 

Durante el año que viví en Barcelona juro por Dios que viví en la más absoluta humildad, comprando lo más barato del supermercado para comer, sin darme ni un lujo, sin salir ni un sábado a tomarme una copa a un garito, sin tomarme una cerveza, sin ni tan siquiera comprarme una bolsa de patatas fritas para merendar, todo para estar centrado en los estudios y no gastar más que lo imprescindible, que era el alquiler, los gastos derivados (agua, luz, gas e internet) y comer, y nada más. Ni en el descanso de las clases donde los demás iban a tomarse un café y un bollo de desayuno al bar yo me llevaba una botella de agua y un sándwich hecho de casa. Donde los demás iban en metro o tren a clase yo iba andando para ahorrar gastos y de paso hacer algo de ejercicio. Donde los demás volvían a sus hogares una vez cada tres semanas yo lo hacía cada tres meses.
 
 
 

Me costó Dios y ayuda sacar el curso, estudié como no he estudiado nunca pues era un campo que desconocía por completo, pero lo saqué. La presión fue brutal y lo pasé horrible allí solo. No quiero ni acordarme de los meses que pasé en aquel lugar. Sólo pensaba en terminar bien y empezar a trabajar para ganar dinero y empezar a vivir mi vida junto a mi pareja.
 
 
 

 
Y así en julio de 2012 terminé aquella aventura con la sensación de haber encontrado mi profesión definitiva y que no había vuelta atrás después de aquello. Lo había conseguido gracias a mis méritos, a mi trabajo, me había repuesto de todas las adversidades, me las había apañado solo cuando en septiembre no sabía ni hacerme un filete a la sartén. Lo que no sabía era los años que me esperaban por delante que es la fase donde estoy actualmente, que es pasando los peores años de mi vida sin ninguna duda. Ni en mis peores presagios podía pensar que tres años después de aquello no iba a haber ejercido la profesión aun. Gracias Mariano, gracias Montoro, porque los responsables sois vosotros. El odio hacia vosotros es tan profundo e infinito que jamás podré perdonaros lo que me estáis haciendo. Ni os podéis imaginar el daño mental y económico que me estáis causando. Solo espero que el día que vuestras vidas lleguen  su fin Dios os pida buena cuenta del daño que estáis causando a vuestros semejantes.

El tiempo fue pasando y lo que parecía que serían seis meses, un año como mucho para empezar a trabajar ya va para tres sin artes de nada.
 
Tres años de mi vida en una edad que no pocos reconocen como la mejor de la vida tirados literalmente a la basura, muerto y podrido de asco en casa, cada día más desmoralizado, más gordo, más hundido, más desanimado. Y hasta entonces había ido toreando la crisis con un trabajucho por aquí, con otro por allá, luego el curso en Barcelona, pero lo peor sin duda está pasando ahora. Desde que acabé el curso lo que estoy padeciendo es una auténtica odisea, una travesía por el desierto que está acabando conmigo.
 
 
 

Aquí cambias a una fase nueva, que es la peor de todas y la más larga por desgracia, la de la desesperanza, el hundimiento personal, la depresión, el asco, la ansiedad.
Te crees un tonto, un inútil, un cenutrio con ojos, te crees menos válido que el resto de los mortales, incapaz de hacer nada. Te vuelves más tonto por días. Te crees incapaz de hacer nada bien, de destacar en nada. Pasa un día, y otro…y otro…y ves que nada cambia si acaso a peor. Te levantas por la mañana, miras al cielo y piensas, ¿por qué, qué he hecho para merecer esto? Son las diez de la mañana y ya no sabes ni qué hacer y aun te queda todo el día por delante como martirio. El carácter te cambia, duermes mal, te vuelves malhumorado, serio, no te apetece reírte por nada, estás siempre enfadado, triste y para colmo lo pagas con tus seres queridos, con tu familia, con tus amigos, con tu novia, los que menos culpa tienen y a los que más les debes. Ya definitivamente después de llevar tanto tiempo pasando miserias y de tantos palos y tantas desilusiones dejas de buscar trabajo por aburrimiento, por desesperanza. Pierdes la ilusión por todo hasta por las cosas que antes te gustaba hacer. Eres incapaz de concentrarte en nada.





Es la sensación de fracaso y de ser un fracasado, de levantarte por la mañana y no tener NADA que hacer. Enciendes el ordenador, ves las noticias asquerosas de la actualidad (un par de casos de corrupción como base) y a las 10-10,30 ya no sabes que hacer. Se te caen los muros de la habitación encima. Pasas días enteros en pijama sin salir a la calle soñando con un futuro mejor mientras te sigues preguntan por qué, qué has hecho mal, en qué te has equivocado. Tu vida es un castillo de naipes que se derrumba y ya ni en tus peores sueños te imaginabas en esta situación terrorífica, que casi hasta añoras tu vida de hace 2-3 años cuando ya de por sí estabas con el agua al cuello. Ya no sabes ni con qué llenar tu vida porque aborreces todo. La lectura, ver una película, la bici, el fútbol, cualquier cosa la aborreces, eres incapaz de centrarte en nada y todo lo abandonas o lo dejas a medias. Cómo no haces nada empiezas a engordar, cómo no vas a ir a ningún lado dices: ya me ducharé y me afeitaré mañana. Total qué más da. Descuidas tu aspecto, tu vestimenta.
 
 
 

Ves que hay gente muy mal, peor que tú, pero también ves gente que mantiene su trabajo. Ellos se pueden seguir permitiendo irse de vacaciones, irse un fin de semana de turismo, comprarse esto o lo otro y mientras tú ves que cualquier mínimo gasto es un gasto enorme. Recortas de todo hasta no gastarte ni un céntimo. Donde antes de tomabas una o dos coca colas ahora no te tomas nada. Donde antes te comprabas una carcasa para el móvil ahora no te compras nada. Donde antes gastabas 20 euros ahora gastas 5 euros y te gastas 5 euros como aquel que se ha pulido 400 euros en irse a comer por ahí un domingo. Ya no digo gastarte 20 o 30 euros….Eso en una ocasión muy especial.
 
 
 

La desesperación te hace volverte un ser indeseable y arisco hasta contigo mismo, pues ya miras con recelo al que tiene trabajo aunque ese otro sea tu padre gracias al que comes todos los días y duermes en una cama caliente, tu hermano o tu novia. Casi les obligas a pedir perdón por trabajar o sentirse culpables por ello. A esto hemos llegado. Me avergüenzo de ello profundamente pero como digo el día a día del parado es extremadamente cruel, duro, terrorífico, solitario y hace que llegues a pensar cosas que antes de haberlo visto en otras personas habrías sentido asco.
 
 
 

Intentas buscar explicaciones, culpables. Haces autocrítica-“algo habré hecho mal”. Te autoinculpas incluso por haber elegido unos estudios, por no haber hecho caso a fulano o a bengano. ¿Por qué no haría esto o lo otro? ¿Por qué no estudié aquello otro? ¿Por qué no aprendería aquel idioma? Pero la realidad pensándolo fríamente es que no eres culpable. A toro pasado todo se ve muy bien, muy fácil, muy claro. El viernes a las 6 de la tarde no tienes ni idea de que número va a salir en el Euromillón. A las 10 de la noche dices: “joder, ¿por qué en vez del 27 no pondría el 37 y en vez del 8 el 12?”. A tiempo pasado se ve todo muy fácil y obvio. La realidad es que salvo casos contados no eres culpable de haber estudiando arquitectura, derecho, economía, medicina, magisterio o industriales. Los culpables son otros y esos culpables se están yendo de rositas con retiros dorados pagados por nosotros. Eso lo piensas luego fríamente, pero la desesperación te lleva a pensar que tú eres el culpable de ello.
 
 
 

Antes incluso te resignabas, hablabas de la crisis con los demás, de los desgraciados que nos han llevado a esto, de lo mal que esta todo, de la corrupción. Ahora ya directamente no quieres hablar de ello porque es un tema que te supera, te aborrece solemnemente porque ya no tienes ni fuerzas para criticar ni analizar nada. Ya es asco, aburrimiento, desesperación. DESESPERACIÓN, esa es la palabra más repetida.
 
 
 

 
Así pasas del “a mí no me va a pillar” al “bueno, yo confío en mi y por algún lado saldremos adelante”, luego pasas al “qué asco, joder como está todo, pero lo voy a seguir intentando porque el no ya lo tengo, no puedo dejar de luchar” para terminar en “no hay nada que hacer, todo es inútil”. Esa ha sido al menos mi evolución.
 
 
 

Todo te va minando la moral, el paro, el día a día, un día te suena el teléfono para ir un día a trabajar a un puto almacén 4 horas donde deseas no volver jamás y casi es peor el remedio que la enfermedad porque te das cuenta que todas las puertas se te cierran.
 
 
 

Es el proceso por el que yo he pasado, de la esperanza, las ganas de luchar, de salir adelante plantando cara a las adversidades, a la desesperanza, la depresión, el hundimiento personal. Por más que intentas llenar tu vida con otras cosas, hobbys, aficiones, etc.. cuando llegas a tal nivel de hundimiento personal todo es en vano.
 
 
 

 
Siempre he dicho que no sé lo que mis abuelos pasarían en la posguerra, aquello tuvo que ser horrible. Yo ese tipo de miseria no la he pasado, pero estoy pasando otro tipo de miseria. El mundo ha cambiado, las guerras ya no son como antes y la miseria tampoco es como antes. Ahora es otro tipo de miseria la que estamos viviendo muchos españoles. Ya no es la pobreza de antaño donde se pasaba hambre y si hacía falta se comían un gato o un perro y hasta ratas o la hierba del campo. Ahora no nos falta (en general) un plato de comida y una cama caliente, tenemos móvil, internet, un ordenador, pero lo verdaderamente importante en la vida que es tener un trabajo digno, una vivienda digna, poder irte de tu casa con tu novia, casarte, tener un hijo…todo eso es imposible. Y te ves con 31 años en esta situación, en este laberinto del que pensabas que ibas a salir en un rato y resulta que llevas siete años en él buscando la salida y que cada vez estás más perdido porque no tienes ni una remota idea de por donde tienes que ir. Es tristísimo esto que estoy contando.
 
 
 

Yo tengo 30 años, toda la vida por delante. Tengo una fe decidida a que seguro que saldré adelante, peor o mejor, más tarde o más temprano, siento auténtica lástima de mi, ves que tu familia y amigos también sufren por verte en este estado, pero cada uno tiene su vida que no es poco.
Pienso en los millones de españoles de cuarenta y mucho años en adelante que realmente tienen muchas posibilidades de no volver a trabajar jamás y por ende de vivir en la más absoluta miseria el resto de sus días, que a la sazón viene a ser la mitad de su vida, mendigando, viviendo de ayudas y de la caridad, con una paga de 400 euros y llegando a viejos sin una puta pensión condenados a tomar pastillas y antidepresivos para no tirarse desde una ventana. No me quiero ni imaginar en semejante situación lo que deben estar pasando estas personas. Si mi caso es para coger un fusil de asalto y presentarte en el congreso y cometer una matanza lo de estas personas ya no quiero ni pensarlo....Cada día les tengo en mis pensamientos, bien lo sabe Dios.
 
 
 

 
Esta es la democracia que tenemos cuarenta años después, la que HEMOS VOTADO ENTRE TODOS durante 40 años. Un estado insostenible elefantiásico hecho por y para los políticos con el aplauso y el apoyo del pueblo español, con los odios a flor de piel, el país a punto de romperse y un posible remedio que va a ser peor que la enfermedad no llamando a la puerta del poder sino tumbándola abajo para volver a los tiempos de la República, el exterminio y la persecución.
 
 

Cuarenta años después de la muerte de Franco, ¿a quién le echamos la culpa de la quiebra de España? ¿A Franco? ¿De qué coño vale la libertad que nos venden y tanto papel mojado de derechos si a la hora de la verdad nos han prometido derechos que no pueden cumplir como tener un trabajo digno o una vivienda digna? A mi las libertades políticas que se las metan por el culo lo que las parieron y los que las disfrutan para cometer fechorías y vivir del cuento, yo lo que quiero es un trabajo con el que ganarme la vida y un hogar humilde donde vivir.

 

Yo antes era una persona feliz, una persona con trabajo, una persona que podía tomarse una cerveza en una terraza, que salía por la noche a la discoteca como cualquier joven sin ver peligrar mi economía independientemente de si me tomaba una copa o dos, una persona que podía irse de vacaciones unos días a la playa. Una persona alegre, llena de vida, con miles de ilusiones, con una vida entera por delante y todo eso se ha derrumbado.
Hoy soy una persona que se avergüenza de sí misma, que se siente un auténtico fracasado. Te das cuenta como gente de tu alrededor tienen sus casas, firman sus hipotecas, tienen hijos, mientras siguen trabajando, siguen con su vida y tu sigues en lo mismo, o sea, en el hundimiento personal, en el paro y en la miseria. Rehúyes a verte con amigos por la vergüenza que supone responder: "yo igual, o sea mal" a la pregunta de que qué tal, si estás trabajando y que qué pasa con cierto tema personal. Te ves incluso desplazado en las conversaciones, pues mientras cada uno habla de sus problemas del trabajo, de sus casas, de problemas de la vida misma cuando creces, tú no tienes de qué hablar sino es del fútbol o del tiempo porque de lo demás ya prefieres ni hablar porque sientes como digo vergüenza y asco de ti mismo.
Mientras tus amigos de vez en cuando hacen planes como una escapada de fin de semana, tú aunque tienes dinero para irte de puente sabes que no debes gastártelo y que es mejor ahorrarlo por lo que pueda venir en el futuro, porque como digo te parece hasta una blasfemia, un pecado gastarte cien euros en irte a una casa rural entre 6, o solamente el hecho de ir a cenar a tal sitio  o a tomar algo en una terraza donde tus amigos no andan mirando el céntimo tú en cambio escatimas hasta 50 céntimos, te tomas una cerveza solamente, no tomas postre. Es muy lamentable y muy triste esto que estoy contando, llegar a este de extremo de tener que hacer tales recortes brutales en tu economía doméstica personal, y esto en la vida de un chaval como yo que no tiene que pagar nada como aquel que dice salvo la gasolina, el móvil y el seguro del coche.
 
 
 

Una mala racha la pasa cualquiera, de unas semanas, de meses, pero una mala racha que dura ya 7 años sin que veamos el final de túnel…eso no hay persona capaz de soportarlo, y en ello está España. Por eso aunque la economía a nivel estatal ha mejorado la situación de la sociedad en general y de muchas empresas es peor.

Ni en mis peores pesadillas pude padecer semejante martirio y lo que me quita el sueño ya no es lo que llevo pasado, el dinero que he gastado, el dinero que he dejado de ganar (suficiente como para comprar un piso) o incluso el daño moral, psicológico al que he estado sometido y estoy siendo sometido. Lo que de verdad me quita el sueño es cuánto me queda aun de padecer este calvario que llevo encima como una cruz que me ha caído con la mayor dignidad que humanamente soy capaz de soportar. Mientras tanto no perdemos la fe en Dios para que nos conserve el juicio que aun nos queda.
 
 
 

 

 

 

 

 

 

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